Menos mal que no compramos la misma marca de café.
No podría aguantar tomarlo todos los días, si al desviar la mirada de la taza no van a ser tus ojos los que me estén custodiando. No sé con qué lo acompañaría, si nunca voy a prepararme tostadas con queso y miel como las que vos me hacés.
Prefiero que el café de siempre siga teniendo ese aire a sagrado y necesario, pero cuando sea con vos, sea diferente, porque además, tendrá gustito a compañía y enormes sonrisas.
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